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Lovepedia El poder del perdón

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El poder del perdón

Pedir perdón requiere esfuerzo, al igual que perdonar a alguien. Y, sin embargo, un esfuerzo sincero de reconciliación es la receta de la felicidad en cualquier relación. El perdón está prácticamente en el ADN de la fe cristiana.

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El amor vive del perdón

El hecho es: En cualquier relación, tarde o temprano, uno lastima al otro. Si no hubiera perdón, los recuerdos del pasado se cernirían siempre sobre el amor como una nube oscura y acabarían por destruirlo. Perdonarse a uno mismo desde el fondo del corazón y perdonar por completo a la otra persona es el camino regio hacia el amor duradero. Pero vivir una vida reconciliada no siempre es fácil. En sentido estricto, la voluntad de perdonar supera la capacidad natural humana de amar.
Para poder perdonar de todo corazón, hay que esforzarse repetidamente por un amor desinteresado. Por un amor que sea incondicional. Amor que no deja de amar, aunque duela. De hecho, “no hay amor más grande que dar la vida por los amigos” (Juan 15:13). Esta entrega no siempre tiene que significar la vida física. Valorar a los demás más que a uno mismo, renunciar a algo por amor a los demás, desprenderse de algo... eso también puede significar «dar la vida». El amor entregado no viene por sí solo. Hay que esforzarse por conseguirlo, hay que practicarlo.

Jesús nos enseña a perdonar

Uno se asemeja más a Dios cuando imita su amor misericordioso perdonando, y también pidiendo perdón uno mismo. No vale la pena retrasar la reconciliación. San Juan de Dios lo resume perfectamente cuando dice: “Tarde o temprano tendré que perdonarte, ¡así que te perdono inmediatamente!”
We know how to forgive from Jesus. He turned to sinners – even an adulteress – with special tenderness. No pointing a finger! No reproaches! This irritated many of his contemporaries: “Si este hombre fuera profeta, sabría quién es la mujer que lo toca y lo que ella es: ¡una pecadora!” (Lucas 7, 39) Jesús también quiere levantarte a ti y mostrarte el camino hacia la felicidad. ¡Él te ama! Y como Dios te ama tanto, tú también puedes empezar a tratarte favorablemente. ¡Como tratarías a tu mejor amigo! Dios te conoce mejor que tú mismo. ¡Sólo Él sabe quién eres realmente!
Con la certeza de que Dios no te condena, también te resultará cada vez más fácil no condenarte a ti mismo. Además, la Iglesia católica te ofrece una receta secreta: en el sacramento de la reconciliación, puedes llevar tus heridas a Jesús y dejar que te cure. En la santa confesión, el amor misericordioso de Dios te da una nueva vida.

Quien quiere perdonar, ya perdona

Lo sabemos: sin perdón, no hay futuro pacífico, ni relaciones duraderas. Pero, ¿cómo es cuando uno quiere perdonar, pero no puede? No es fácil perdonar, sobre todo cuando las consecuencias de la injusticia que ha ocurrido son visibles o duraderas. ¿Cómo pueden perdonar las personas que han sido maltratadas por sus cuidadores? ¿Quiénes han sufrido abusos sexuales? ¿O personas que nunca han experimentado lo que es la familia? ¿Cómo pueden perdonar las numerosas personas que han perdido a sus seres queridos en guerras o en circunstancias dramáticas?
Viendo los muchos dramas que asolan a la humanidad, quizá también te hayas preguntado: «¿Cómo ha podido permitirlo Dios?» La reconciliación no se produce de un día para otro. La reconciliación es un proceso. Los sentimientos a menudo exigen venganza y acusaciones. Sin embargo, quien quiere perdonar, ¡ha ya perdonado! ¡Puedes dar a tu corazón herido el tiempo que necesita para curar el dolor! El dolor no disminuye el perdón. Al contrario, te da la oportunidad de renovar y profundizar el perdón que ya has concedido. A través de la voluntad de perdonar, se despliega tu amor.
Dios sigue haciendo milagros hoy en día: en tu corazón, en tu familia y en tus relaciones. Siempre que te abras a Él. ¡Él hace nuevas todas las cosas!