La devoción al Sagrado Corazón de Jesús
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Ayuno

¿Por qué el ayuno es una tendencia tan grande? ¿Qué tiene de especial el ayuno cristiano? Una explicación actualizada basada en la Biblia y el Catecismo.

minutos de lectura | Bernhard Meuser

¿Qué es eso?

El ayuno es la abstención parcial o total de comidas, bebidas, estimulantes y hábitos de estilo de vida durante un periodo de tiempo. Una persona puede ayunar por razones de salud o bien, por un propósito mayor. El ayuno es una práctica común en muchas religiones. En el cristianismo, el ayuno no es un fin en sí mismo. Sin embargo, ayunar permite a las personas reconocer la primacía de Dios y a retomar el camino de una manera simbólica - alejándose del ego y acercándose hacia la caridad y a Dios. En el derecho canónico, el ayuno aparece como un medio de penitencia – y dice: "Todos los fieles, cada uno a su modo, están obligados por ley divina a hacer penitencia”. Para ello, “se han fijado unos días penitenciales, en los que se dediquen los fieles de manera especial a la oración, realicen obras de piedad y de caridad y se nieguen a sí mismos, cumpliendo con mayor fidelidad sus propias obligaciones y… sobretodo el ayuno y la abstinencia (= abstenerse de algo)”. YOUCAT 151 dice: “La lectura de la Sagrada Escritura, la oración, el ayuno y la realización de buenas obras tiene también un efecto expiatorio”

¿Qué dice la Biblia?

La perspectiva bíblica central se encuentra en Joel 2,12: “Vuelvan a mí de todo corazón, con ayuno, con llantos, con lamentos”. Así lo indica en Is 58,6: “¿No saben cuál es el ayuno que me agrada? Romper las cadenas injustas, desatar las amarras del yugo, dejar libres a los oprimidos y romper toda clase de yugo”. El ayuno debe conducir a Dios y hacer que las personas mejoren su comportamiento social.

La pequeña catequesis YOUCAT.

El ayuno te puede engordar

Al parecer ya no hace falta decirle a nadie que ame el ayuno. Todos los años, en primavera, se lleva a cabo. Sin embargo, los que ayunan por razones puramente físicas -el anhelo de la figura de bikini, el vientre plano- no están suficientemente ilustrados: el ayuno engorda. Luego de la fase de automortificación, el organismo descompesado busca contrarrestar la perdida calórica. Es mejor comer normalmente, beber poco alcohol y hacer mucho ejercicio. Sin embargo, el ayuno es sensato y muy eficaz si lo haces por motivos espirituales (y comes después con moderación para no engordar por "motivos piadosos"). Una vez que lo hagas, amarás el ayuno y siempre buscarás un momento en tu vida para abstenerte de comida completa o parcialmente. El sabio San Atanasio (328-373) resumió de manera particular los efectos del ayuno:

“Cura las enfermedades, aleja los espíritus malignos, ahuyenta los pensamientos malos, da mayor claridad a la mente, purifica el corazón santifica el cuerpo y, finalmente, finalmente conduce al hombre ante el trono de Dios”.

Debido a que el ayuno es, en última instancia, para restaurar al hombre en lo que debe ser, analicemos las cosas con detenimiento:

Ayunar cura las enfermedades:

Este es el efecto físico que ahora ha sido confirmado científicamente y que es específicamente buscado por muchos médicos. Se estima que alrededor del 90% de nuestras enfermedades están relacionadas, o al menos son influenciadas, por la alimentación. En una superficie de cerca de 200 metros cuadrados (!), se encuentran más células nerviosas en el intestino que en el cerebro humano. Además, 100 trillones de bacterias aseguran una flora intestinal intacta en sistemas complejos. Después de utilizar al ayuno como cura, los sistemas que se han activado vuelven a estar intactos, el mayor sistema inmunitario del cuerpo se ha regenerado. Se han formado abundancia de sustancias de defensa, el dolor desaparece y la medicación se vuelve superflua.

El ayuno aleja los espíritus malignos

No se trata de creer en fantasmas, sino en nuestros propios pensamientos, nuestra obsesión diaria con todo tipo de desilusiones, neurosis, manías, adicciones y susurros negativos. No conozco a ninguna persona que no esté pasando por una batalla interna con su propio “espíritu maligno”. Algunas batallas se libran a muerte. Por cierto, cada uno tiene el oponente que merece. “Sean sobrios y estén vigilantes, porque su enemigo, el diablo, ronda como león rugiente buscando a quién devorar”. (1 Pe 5,8). Aquellos que ayunan doman al “león rugiente” de cualquier manera en la que se presente. En el Evangelio de Mateo hay un pasaje misterioso (Mt 17,21) en el que Jesús dice que cierta clase de demonios solo pueden ser derrotados por medio de la oración y del ayuno. Aunque el pasaje bíblico se cuestiona hoy como espurio (añadido), ha sido de gran influencia en la historia de la espiritualidad. Debes intentarlo cuando tengas un gran problema. Los ancianos decían: “únicamente te puedes librar de ello por medio de la oración y el ayuno”. En YOUCAT 470 dice: “Orar hace posible la resistencia a las tentaciones. Orar fortalece en la debilidad. Orar quita el miedo, duplica las fuerzas, capacita para aguantar.”

El ayuno ahuyenta los pensamientos malos y da mayor claridad a la mente

Quienes trabajan espiritualmente mientras hacen ayuno confirmarán cómo las cosas “se aclaran” para ellos, cuánta claridad y soberanía tienen de sus propios pensamientos. Un pensamiento hace click en el siguiente. Doy fe: nunca he tenido más perspectiva, nunca he sido capaz de pensar mejor, entender mejor, lograr más creatividad que durante el tiempo donde no comía por un periodo más largo de tiempo.

El ayuno purifica el corazón

Algunas personas no quieren hacerlo porque acaban de leer en un blog de estilo de vida lo estimulante que es “hablar sucio”. También tienen malos recuerdos de “soy pequeño, mi corazón es puro”. Eso fue en el tiempo donde mamá aún esperaba que nunca tuviéramos pensamientos sucios. Pero la palabra “puro” no significa “asexual”. Tampoco es el superlativo de “limpio”. Tener un corazón puro significa: tener un corazón fuerte, indiviso, devoto y amoroso”. Eso es lo que necesitas. De lo contrario, no podrás acercarte a Dios ni tener una buena relación con las demás personas. De eso se trata. Por supuesto, también pueden ser obsesiones sexuales las que impidan a nuestro corazón ser un corazón. El ayuno lucha contra eso también. El YOUCAT 463 dice: “La pureza del corazón necesaria para el amor, se consigue en primer lugar mediante la unión con Dios en la oración. Donde nos toca la gracia de Dios surge un camino para un amor humanitario indiviso.”

El ayuno santifica el cuerpo

Por un lado, hoy estamos haciendo un espectáculo de cultural corporal. Por el otro lado, torturamos y degradamos el cuerpo como si fuera una máquina cuyas piezas de repuesto pueden ser sustituidas. Le insertamos pastillas como a una máquina expendedora. Lo arruinamos con falta de ejercicio, por comidas sin nutrientes, alcohol, drogas y nicotina. Quien ayuna descubre que tiene piel y que respira a través de ella, descubre que es un cuerpo -no solamente que tiene uno. San Francisco de Asís lo llamaba “Hermano cuerpo”. El difunto Lutero, desafortunadamente, no comprendió la grandeza de esa percepción y llamó a su cuerpo “un viejo saco de gusanos”. Y esto es lo que experimentan muchas personas conforme envejecen: se ven desnudos al espejo y odian su cuerpo.

Siempre creí que esto es una traición a la esperanza cristiana. Esta esperanza dice: 1. Dios lo ha creado todo bien. 2. Pero ahora las cosas no van tan bien para nosotros. 3. Esta no es la última palabra. Todo va a estar bien de nuevo. Esto no es solo un ingenuo “pensamiento positivo”- es una esperanza que remonta a un evento histórico, concretamente la destrucción del cuerpo de Jesús, alrededor de un día de abril del año 33. Jesús tuvo la cruel muerte de un criminal de la antigüedad. La historia, tuvo un desenlace de catástrofe física, de tortura, de profanación; sin embargo, terminó bien para Él- también corporalmente. Tres días después de la catástrofe, el hombre que había sido ejecutado, ahora se muestra vivo. Jesús vive en la gloria de Dios- y así como Matthias Grünewald lo pintó en su famoso cuadro de la resurrección: su cuerpo lleva las marcas del sufrimiento, pero al mismo tiempo, su cuerpo es hermoso y completo.

El ayuno santifica el cuerpo, como lo dijo Anastasio. Permíteme traducir, el ayuno conduce al cuerpo a su destino final. No esta ahí solo para que lo alimentemos, lo engordemos y lo preparemos en interminables desenfrenos de bienestar, comida y cosméticos hasta que rechace cualquier uso como un “viejo saco de gusanos”. Está ahí para ser, como dice de una forma un tanto enigmática la Primera carta a los Corintios, el “templo de Dios” (1 Cor 3,16). Así como el cuerpo, hasta entonces sin ánimos de una bailarina, de repente se vuelve hermoso cuando es realzado por la música y se apodera de ella, se deja llevar por el ritmo sin poner resistencia, dejando que la música lo atraviese por completo; así de la misma forma, el cuerpo del humano se convierte cada vez más cuerpo cuando se deja apoderar por el Espíritu de Dios que está en él, como una música misteriosa. Así, el cuerpo de una persona mayor puede ser también muy hermoso cuando brillan en el la “justicia, paz y alegría” (Rom 14, 17), como signos presentes del Espíritu Santo. Por supuesto que comer, hidratarse, cuidar el cuerpo, es importante- pero renunciando a ello, descubrimos que nuestro cuerpo, con todas sus glorias y sus heridas, es aceptado por Dios, sanado desde dentro, salvado para siempre y guardado en Él.

El ayuno conduce al hombre ante el trono de Dios

El que ayuna se aleja de sí mismo, del yo, yo, yo- con sus exigencias majestuosas acerca de su cuerpo-propiedad. El que ayuna desarrolla un instinto metafísico- que trasciende todo lo físico, todo lo material, toda la mera corporeidad. Le invade un asombro inmenso por el solo hecho de existir. Alguien me quiere, incluso siendo yo mortal, aunque mis facultades físicas decrezcan rápidamente. Entonces, uno se da cuenta de que la “vida” no consiste en comer, beber, trabajar, tener sexo y otras manifestaciones de autoafirmación, sino en un ser misterioso que se hace realidad: alguien quiere que yo no perezca. Quienes ayunan llegan muy lejos.

Y muchos se atreven durante el ayuno a dirigir el misterio de su propia existencia con un “Tú, Dios mío”.